miércoles, 19 de septiembre de 2007

Hasta la victoria siempre

La moral de la Revolución

Ya estoy en España tras el periplo por Cuba. Aún no sé muy bien ni dónde estoy ahora ni adónde voy. Resumo el viaje con varios conceptos:

-Contrastes.
Detrás de la Cuba turística, hay miseria. Mucha miseria. Y una población que hace de sus debilidades, sus fortalezas. Eso sí, hay que ir más allá para conocer los verdaderos motivos por los que viven anquilosados en un modelo económico y político anquilosado.

-Medios de comunicación al servicio de la Revolución. Sin tapujos. El control de la comunicación por parte del Gobierno es absoluto. Literalmente. Desde la televisión, radio, prensa, pasando por los carteles publicitarios o las agencias de viajes.

-Amistad. La Expedición ha sido espectacular. Desde la organización de la gente de la Autónoma pasando por el apoyo de Bancaja. Me quedo con la reflexión de Alberto, un infatigable compañero de EFE que ha estado tremendamente unido al grupo:


“Lo reconozco. Hasta venir aquí creí que a los jóvenes sólo les importaba el botellón”.



-El Che, Fidel y el nacionalismo cubano. Partimos con demasiados mitos, más estereotipos y una visión sesgada. La situación de Cuba es crítica, paupérrima incluso, pero los cubanos hablan con pasión del Che, de Fidel y de su país.

-Otra realidad. Veréis que este blog lleva varios días sin actualizarse. Lo cierto es que lograr una simple conexión a Internet por todo Cuba ha sido casi una misión imposible. Hemos actualizado la web corporativa y el blog lo justo. Me hubiese gustado meter algún tema propio durante la ruta, pero Internet también está en manos del Estado y es una gran odisea.

Eso sí, ya mostraré como trasteé por Internet desde la redacción de Juventud Rebelde, el periódico de la Revolución dirigido a los jóvenes. Fue una experiencia impactante. Por cierto, es digna la página que tienen para los pocos recursos que poseen.

-Experiencia vital. Por el simple hecho de actualizar este blog ya estoy haciendo cosas que desde Cuba es casi utópico. He aprendido a valorar más lo que tengo, la vida, las personas, a respetar…

Hasta la victoria siempre