miércoles, 19 de septiembre de 2007

Esmeralda, la niña de la Trova que quiere ser bailarina

Esmeralda, la niña de la Trova que quiere ser bailarina

Esmeralda no pierde una oportunidad para dejarse llevar por los ritmos latinos. Su maestra está mala y a sus siete años aprovecha cualquier resquicio para escuchar al grupo de su abuelo. Ella, sentada en un rincón de la Casa de la Trova en Trinidad, va moviendo las piernas al son de los acordes de unos músicos cubanos con solera. Son una gran familia.

Mientras nieta y abuelo comparten la pasión por la música, el resto del grupo anima a los expedicionarios de Tahina-Can Bancaja a dejarse llevar por las notas. Bailes, pasos, movimientos sensuales, alegría, desenfreno… La lista de adjetivos para describir el espectáculo en el recóndito lugar de Trinidad es extensa.

Al ritmo de Guajira, boleros y música tradicional cubana, Esmeralda pierde la vergüenza y da rienda suelta a sus grandes sueños ante los expedicionarios.

“Mi maestra está enferma y he decidido venir aquí a ver a mi abuelo”, comenta con una gran sonrisa.



Mientras tanto, Juan Antonio Zerguera, su abuelo, el trompetista del grupo que hacía las delicias de la expedición, recordaba que el sentimiento por la música de su nieta y el suyo viene de familia.


“Llevo desde el año 42 estudiando música y tocando por diferentes puntos de Cuba. Ahora, que estoy mayor, me encanta que mi nieta venga a verme”, apunta.


El caso de Esmeralda no es un rara avis. La Casa de la Trova invita al colegueo. A dejarse llevar por la música. A la amistad. Allí no hay foráneos. “Aquí participa cualquier trovador que tenga ganas de tocar”, justifica uno de los cantantes del grupo.

Y esa sensación de estar en familia es lo que más le gusta a Esmeralda y al resto de asiduos cubanos y turistas que se dejan caer por la Casa. Aunque entre ellos hay una gran diferencia. La imberbe tiene un único sueño que quiere cumplir: desea ser bailarina.


“Me lo paso bien aquí porque me gusta ver a mi abuelo tocar, pero yo lo que quiero hacer es ballet”, apunta con soltura.



Juan Antonio, mientras posa una y otra vez con su trompeta, orgulloso, al lado de su nieta, está resignado: “Ella dice que quiere ser bailarina y yo estoy encantando”.

La familia Zerguera sigue creciendo. Una nueva generación de músicos y bailarines viene. Y ellos, como sus antepasados, harán realidad sus sueños en la Casa de la Trova en Trinidad. Y mientras tanto, la Casa seguirá recibiendo a ‘cazadores’ de las tradiciones cubanas. El tiempo pasa, pero las tradiciones se mantienen.


Este reportaje lo elaboramos desde Trinidad Enric Carbonell y un servidor. Las fotos son de Mireia Sanz, un portento de la fotografía.